martes, septiembre 23, 2008

DANIEL ORTEGA Y NICARAGUA EN EL CONTEXTO DE LA UNIDAD LATINOAMERICANA

Septiembre 19, 2008

Cuando los seguidores de Jesús de Nazareth le advirtieron sobre simpatizantes que no se adherían estrechamente a sus prácticas; ante el bien intencionado celo de sus allegados, y firme en su proyecto inclusivo, el revolucionario sabiamente les recomendó: “el que no está contra nosotros, con nosotros es”.

Daniel Ortega no es un simpatizante, es protagonista en la lucha antiimperialista, y la Nicaragua que el lidera con no poca ni fácil oposición es parte crucial de los esfuerzos unionistas de las naciones latinoamericanas. La vida de Daniel Ortega no es inmaculada, ni en materia personal ni publica, pero nadie debe menospreciar en exabruptos quasi puritanos la significancia de su trayectoria ni los méritos de su gestión pro patria grande.

Es pernicioso para los fines de mancomunidad Latinoamericana dejarnos sobrecoger por un conservadurismo de izquierda que poco favor le pide al de Stalin, a quien frecuentemente se hace referencia por detrás de los visillos cada que alguien identificado con la lucha de los pueblos, obra u opina con un sentido más pragmático que el de aquellos cuyo romanticismo o integridad nos los hace más simpáticos.

Indudablemente, que en nosotros los de la Izquierda Revolucionaria, también se manifiestan condiciones tan humanas como en los demás, y entonces cuando emitimos nuestros juicios, entran en juego nuestras ‘imperceptibles’ susceptibilidades. En este plano nos identificamos con aquellos que se parecen de alguna manera a nosotros. Así por ejemplo, alguien que naturalmente resiste a parámetros o expectativas sociales constrictoras, pondrá de manifiesto en mayor o menor medida cierta aversión a las figuras de autoridad, sean éstas personas o instituciones; entonces, probablemente tenderá a ser más severo que otros en sus evaluaciones a tales figuras. Esto a mi juicio es saludable más aun si partimos de la premisa de que el poder y la autoridad tienen el potencial de envanecer a quienes los ostentan. Pero además podrían ser nuestros escrutinios muy precisos aunque no necesariamente acertados.

Contradicción de ideas, dirán ustedes… paradoja explicaría yo: Exacta puede ser nuestra condena moralistamente encarnizada a alguno de los desvíos personales de Daniel Ortega, o los raros lances caudillistas de Chávez… pero no será acertada cuando es su liderazgo el que nos acerca a una Latinoamérica unida, soberana y solidaria.

¿Será posible que seamos nosotros en un arrebato de ortodoxia revolucionaria los preferidos del oráculo? ¿Nos será dado prescindir de quienes están y de quienes se vayan sumando? Bastante mal nos ha ido con las exclusiones de sectores sociales, que a la postre se han unido a la lucha en un fenómeno que no estaba precisamente en los libretos (viene a la mente el caso de la incipiente clase media en Ecuador sin cuyo decidido concurso Correa habría perdido las elecciones ante un oligarca como Álvaro Noboa que daba regalitos y generosas dosis de baba a los más pobres electores); a decir verdad también nos ha ido mal con algunas inclusiones… Pero en circunstancias muy especiales ciertas diabólicas alianzas han tenido que hacerse.
Nadie, y estoy convencido de que ni el mismo Daniel Ortega hubiese preferido como su vicepresidente a Carlos Morales Carazo; lo que si anhelábamos era una Nicaragua junto al proceso unificador de Latinoamérica y eso requería a Ortega en el poder, y al poder con menos del 40% de votos favorables el Sandinismo de ortega no habría podido acceder. La diabólica alianza fue y es penosa pero bajo las circunstancias presentes, necesaria.

Una cosa es cacarear y otra cosa es poner huevos. Motivos nunca nos faltarán para criticar y deberemos hacerlo: Allí esta Chávez a veces sonriendo a los grandes empresarios, allí esta Correa defendiendo algunos de los contratos mineros con multinacionales grotescamente explotadoras, mas allá esta Evo permitiendo referendos ilegales, vandalismo y golpizas por parte de los ‘niños ricos’, acá esta el gobierno revolucionario cubano “impidiendo” la disensión… y tenemos a Lula dejando hacer al free market y efectuando los cambios ‘urgentes’ que los brasileños pobres esperaban, a paso de tortuga; ahí esta el ‘Pacto Social’ guatemalteco que buscó la asistencia de los empresarios tradicionalmente corruptos, acercándoseles en sus términos en aras de pequeñas reivindicaciones para los pobres trabajadores… y así por el estilo… Los gobiernos Populares están en pañales y se cometen errores y se manifiestan debilidades de carácter en algunos individuos y oportunismos piadosos y no tan piadosos en otros… Pero hemos de tener en cuenta que este movimiento emancipador y solidario es nuevo en el mundo; que enfrentan nuestros compañeros gobernantes desafíos y exigencias en todos los sectores, oposición empedernida y desleal desde la oligarquía y sus lacayos, traición en cada recoveco y amenaza desde el criminal imperio.

Son saludables los llamados desde adentro, pero nunca la carga inmisericorde y sin cuartel contra quienes están empujando este difícil proyecto de transformación social a favor de los trabajadores de Latinoamérica y el mundo. Nunca al punto de destruir lo que se va construyendo con tanta dificultad. No con la rabia que la desilusión podría generar sino con el amor y la sabiduría que nuestra gran meta demanda.

A todos nos ha pasado que tratando de ser fieles a nuestra reputación de observadores francos, sin temor ni favor, llegamos a exigir conductas tan intachables que ni nosotros en nuestro ámbito de influencia muy reducido podríamos siempre mantener… A veces hay que moderar el tono de las crticas y a veces hasta hay que hacerse de la vista gorda.

Y para satisfacer mi propio prurito de lanzar una crítica encarnizada, aquí les va: Quien carajo le dijo a Saramago, que desde lo del Nóbel, él debía erigirse juez de todas la revoluciones y de todos los revolucionarios; y casi la misma pregunta para Galeano que generalmente me cae bien.

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