jueves, noviembre 29, 2007

El domingo todos seremos Florentino

Nuestro paso tendrá un solo norte, el Sur que busca la libertad.

El mismo Sur de los niños de barriguita hinchada, de los pata en el piso, de los llantos de madres, de los excluidos, de los esclavizados, de los desaparecidos.

El Sur del Che Guevara, de Ali Primera, de Zitarroza, de Víctor Jara.

El Sur de Cantaura, de Lovera, de las madres de la Plaza de Mayo, de los compañeros del Estadio Nacional de Santiago, de los Tupamaros uruguayos, de las trincheras, de las tatuceras, del dolor, del sufrimiento, de la libertad.

La América de Bolívar, de José Artigas, de San Martín, de Marti, de Sandino.

La América india, la morena, la de los Caribes, la de los Charrúas, la de los Incas, la de los Mapuches, la de los Mayas, la tierra de nuestros caciques, de Guaicaipuro, de Zapican, de Tamanaco, de Abayubá.


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El domingo todos seremos Florentino
Por: José Varela El Charrúa Latinoamericano
Fecha de publicación: 28/11/07


No debe existir nada más hermoso en la vida, que la patria nos llame.

El orgullo indescriptible de morir por ella de ser necesario.

Este 2 de diciembre marcharemos todos, como si fuéramos uno, junto a nuestro comandante.

El clarín de la batalla sonará antes que llegue el alba, será el principio de un día glorioso para que llegue en la noche el canto de la libertad.

Marcharemos todos hacia un mismo destino...

Obreros, campesinos, pescadores, estudiantes, amas de casa, profesionales, hombres y mujeres convertidos en compañeros.

Nuestro paso tendrá un solo norte, el Sur que busca la libertad.

El mismo Sur de los niños de barriguita hinchada, de los pata en el piso, de los llantos de madres, de los excluidos, de los esclavizados, de los desaparecidos.

El Sur del Che Guevara, de Ali Primera, de Zitarroza, de Víctor Jara.

El Sur de Cantaura, de Lovera, de las madres de la Plaza de Mayo, de los compañeros del Estadio Nacional de Santiago, de los Tupamaros uruguayos, de las trincheras, de las tatuceras, del dolor, del sufrimiento, de la libertad.

La América de Bolívar, de José Artigas, de San Martín, de Marti, de Sandino.

La América india, la morena, la de los Caribes, la de los Charrúas, la de los Incas, la de los Mapuches, la de los Mayas, la tierra de nuestros caciques, de Guaicaipuro, de Zapican, de Tamanaco, de Abayubá.

Marcharemos con alegría, por ellos, por nosotros y por los que vendrán a habitar este suelo inundado de libertad.

Nuestro paso indetenible colmará los suelos de la patria, marcharemos arrolladoramente por las ciudades, por los pueblos, por los caseríos.

Montare a Rucio el burro de Sancho Panza para seguir a mi comandante, mientras en las veras de los caminos se multiplicarán los miles y miles de Rocinantes para cabalgar los caminos de la patria, montados por campesinos amantes de la libertad.

Seremos como volcanes en plena erupción, para echar afuera los siglos de esclavitud.

Marcharemos cantando la canción necesaria, acompañados del llanto de la alegría y seremos invencibles.........

“Con mi pañuelo blanco en la cabeza voy a reunirme a la plaza porque es jueves; voy a estrechar las manos de la ausencia, voy para que no muera la esperanza.

Con un sabor a sombra en la garganta y una lágrima de plomo en el ombligo voy hurgando los adentros de la historia por encontrar la luz buscando a un hijo.

Y al unirnos tras las huellas de lo incierto denunciamos el rapto de la aurora eclipsada por un filo de penumbras.

Denunciamos el pozo y la picana, los clavos y el madero; denunciamos la cicuta y el destierro y el cómplice silencio anestesiado del que como un espectro sabe y calla.

La ensangrentada garra de lo impune denunciamos la impunidad de la amenaza solapada, denunciamos las máscaras del fraude, el discurso vendido que distrae, la incongruencia del sermón profano, los escupitajos de la diferencia.

Denunciamos cada gota de sangre maltratada, cada diente partido, cada puntapié, cada secuestro y frente a la tiránica soberbia y ante la traición acerada y prepotente, dejaremos este clamor que se agranda y se expande con el viento. Para que el árbol de la verdad golpeado, herido y tantas veces calumniado no caiga entre las manos del olvido; para que los hachazos de la intolerancia no deserticen ese bosque de sueños que aun respira tiempo adentro en las lágrimas del pueblo.

Tal vez por eso es que ni el oro ni la espada podrán acallar mi eterna rebeldía ni amordazar del corazón los labios ni silenciar mi gólgota infinito, y todo esto gracias a ese hijo que desde algún lugar de la penumbra enciende las estrellas de la noche, todo, por un hijo que desapareciendo reaparece entre la verde luz de la esperanza cuando como hoy precisamente porque es jueves nos reunimos las madres en la plaza”

(Madres de la Plaza de Mayo) E.J. Malinowsky
Tomado de Aporrea. org

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