jueves, julio 19, 2007

Negociación imposible en el Perú

Coletillas al Margen

Carlos Angulo Rivas
En mi artículo anterior Perú: en la puerta del caos, previo al concluyente y macizo Paro Nacional de los días 11 y 12 de julio, impulsado por la Confederación Nacional de Trabajadores del Perú - CGTP, el SUTEP de los maestros, los gremios agrarios y los Frentes Regionales, hacía notar la imposible continuidad del gobierno de Alan García Pérez, en la perspectiva de la firma del TLC con Estados Unidos, el mismo que santificará el modelo económico neoliberal iniciado por Fujimori y continuado por Toledo. La firma del TLC con Estados Unidos que arrasa con la soberanía del país y la dignidad nacional, en clara intención de García Pérez de consolidar este modelo rechazado por más del 70% de los ciudadanos en la elecciones generales pasadas, contribuye a profundizar la brecha existente entre gobierno y masa popular. Hacía ver que la lucha de las bases sociales antes que gremial y reivindicativa era política, en tanto el conjunto de las promesas incumplidas por García Pérez, a consecuencia de sus compromisos con las empresas transnacionales, los mayores empresarios nacionales y los Estados Unidos, reforzaban el cuadro agudo de la pobreza y las contradicciones insalvables en la sociedad. Hacía ver que vastos sectores populares estuvieron a la espera del cambio porque de ello trató el proceso electoral pasado, donde el actual presidente se metió por los palos con el membrete del “cambio responsable” para hacerse del triunfo mediante un fraude mediático y electoral dirigido por la ultraderecha y la embajada norteamericana en Lima. Hoy las protestas populares, después del paro nacional que inmovilizó el país, no han bajado la guardia y enardecidas por el propio Alan García, con insultos de todo calibre, continúan a lo largo y ancho del Perú (dirigentes detenidos, toque de queda en Arequipa, 8 muertos a nivel nacional, bloqueos de carreteras, toma de locales públicos, marchas multitudinarias, etc.) Al parecer en la mira y única salida de un cambio adelantado de régimen político.
La respuesta de la “mano dura” y la militarización del país por el decreto supremo 060-2007 PCM ha sido un boomerang de grandes proporciones. Y la tontería de echarle la culpa al presidente Hugo Chávez de la enorme movilización social contra la política obediente y subordinada de Alan García, fue un punto a favor de la revolución bolivariana. En esta lucha de enormes contingentes contra el gobierno han coincidido maestros, campesinos, estudiantes, profesores universitarios, médicos, frentes regionales, trabajadores y pobladores hambreados, con una sola demanda nacional unitaria: cambio de derrotero de la política económica, lo cual implica para desgracia del gobierno una permuta total y absoluta de la agenda iniciada por Alan García para desgracia del Perú, el 28 de julio del año pasado. El asunto de fondo es que ninguna reforma es posible sin ese cambio de rumbo económico, donde convergen todas las plataformas de la lucha emprendidas en Lima y las regiones. De ahí la desesperación de un sanchopancesco cabecilla, presidente por casualidad, luego de ganarse por miedo a algunos sectores que obviaron sus crímenes de lesa humanidad y los latrocinios de él y su gente, los que los convirtió en los nuevos ricos del país. Y de ahí también su actuación desenfrenada de los insultos y los caballazos congresales aprobando leyes sin discusión alguna para imponer una voluntad “legal” sin sustento moral de ninguna clase. Observemos, justamente, que la actitud prepotente y dictatorial del régimen alanista se respalda en la voluntad represiva dada su tácita debilidad e impotencia.
En las actuales circunstancias las cifras del crecimiento económico en el país es una treta, una sutil artimaña, ya usada y abusada durante cinco años por Alejandro Toledo; por consiguiente la grosera imitación de García Pérez, la de la abundancia de recursos y la eficacia de la inversión extranjera, no da para más, pues ha terminado para siempre la falsa teoría del “chorreo.” Se comprueba este colapso en la decadencia anticipada del gobierno y lo anuncian las cifras de la pérdida de popularidad de un presidente que, en menos de un año en palacio, sobre todo en las regiones, obtiene un índice de rechazo a su gestión del 80% según cifras de la Universidad Católica de Lima. En consecuencia, queda demostrado que la alianza de la traición a las promesas electorales de Alan García, por juntarse con la ultraderecha y el imperialismo, constituye una agenda de gobierno oleada y sacramentada, de sostenimiento al sistema político, al Estado putrefacto, donde cualquier escasa tajada arrancada por la lucha popular será un pedacito de la gangrena que corroe el país. Es decir, sólo un fragmento insignificante de la podredumbre. El crecimiento del país para afuera, de miles de millones de dólares, no significa nada beneficioso para las grandes mayorías; las ganancias extraordinarias en la minería, exportación primaria de recursos naturales, con el agravante de la exoneración de impuestos y del no pago de regalías, son fuegos artificiales de una bonanza ficticia encubierta escandalosamente a través de la caridad empresarial de 500 millones de soles anuales (no efectivos todavía) negociada por el gobierno traicionero de Alan García, a fin de no cobrar impuestos que sobrepasarían fácilmente los 3,000 millones de dólares. Por ello toda exhibición de cifras macro económicas, de pináculos de utilidades, frente a salarios congelados y falta de empleo en todos los sectores de la actividad económica, de ausencia de educación, salud, alimentación, etc. constituyen una burla a los hogares peruanos.
No olvidemos que el 47.5 % de la votación obtenida por el candidato Ollanta Humala no eran sólo votos por el nacionalismo sino fundamentalmente contra el sistema político imperante, putrefacto, corrupto e inmoral. Sistema político en el que han operado diferentes fórmulas con los mismos resultados de ineficacia, estafa nacional, indignidad y descomposición. Por eso llama la atención que con toda su ciencia sociológica de intelectuales “progresistas,” Sinesio López, Degregori, Dammert y el propio Julio Cotler entre otros de la misma escuela, no quieran ver más allá de sus narices y persistan luego de sesudos análisis en la necesidad de la concertación, la negociación, el diálogo, el consenso, el acuerdo nacional y otras monsergas de conciliación, avenencia y armonía con los gobiernos de turno; y en especial con este de Alan García con la pata en alto, el insulto, la mofa hiriente y la militarización; y lo peor de todo pidiendo consenso frente a una agenda inamovible de acuerdo a mandatos de un modelo neoliberal impuesto por la superpotencia norteamericana. A estas alturas, no nos llama la atención el comportamiento de estos intelectuales tirando un salvavidas a Alan García, más aún cuando el “sistema político democrático, el de la putrefacción” está en peligro de ahogarse.
¿Tiene voluntad de diálogo Alan García cuando llama ociosos, comechados, ignorantes, etc. a los miembros del magisterio nacional? ¿Tiene voluntad de diálogo Alan García cuando impone en pleno Paro Nacional una ley de la carrera magisterial, donde la única carrera ha sido la velocidad de aprobarla en el Congreso por orden directa de él? ¿Tiene voluntad de diálogo Alan García cuando sin medir sus palabras, suelta una frase vejatoria y pavorosa en un mandatario como aquella de “se han metido a maestros porque no tienen nada mejor que hacer en la vida.” Más claro no puede cantar el gallo, para Alan García el apostolado de la enseñanza, la vocación del maestro pésimamente mal pagado, es la labor de un pobre diablo sin mayores aspiraciones en la vida. Con semejante concepto respecto a los maestros, no queda la menor duda de que a García Pérez le interesa un rábano la educación en el país, como no sea para infiltrar el magisterio nacional de pésimos “maestros” sin título o egresados carnetizados de las conocidas universidades nacionales administradas por gente de su partido político. La historia es conocida, durante su primer gobierno 1985-1990 metió al magisterio más de treinta mil “maestros” de esta categoría y hoy tiene la desvergüenza de criticar los resultados de la educación en el país.
No a la confrontación, no a la violencia, llaman asustados los nombrados intelectuales “progresistas.” No por favor, que el país se desbarata, salvemos el sistema democrático es el grito de las catacumbas, de las cuevas donde anidan los jugosos estipendios de la ayuda internacional imperialista para sus “estudios” de la realidad nacional. Allí en cenáculo de sablistas pedigüeños coinciden todos asustándose de la labor del presidente Hugo Chávez, de la revolución bolivariana; de las palabras de Fidel Castro, de la revolución cubana después de pasearse por Cuba; de las nacionalizaciones de Evo Morales y la Asamblea Constituyente en Bolivia; de las medidas emprendidas por Rafael Correa en Ecuador par dignificar sus país; allí coinciden con Mario Vargas Llosa llamando a votar por Alan García en conocimiento pleno de su primer gobierno delincuencial y genocida, como muy bien en su artículo “Lógica de guerra” lo describe el propio Sinesio López cuando afirma: “He aquí un breve listado de las hazañas realizadas por García en su primer gobierno: Disparó los precios 22,000 veces, achicharró las remuneraciones reales en 53%, redujo el ingreso per cápita de 2,800 dólares en 1985 a 1,900 dólares en 1990, quebró al Estado bajando la presión tributaria del 14% al 4%, multiplicó el número de pobres (en Lima Metropolitana) pasando de 16.9% al 44.3%, destruyó un millón de empleos adecuados e incrementó el desempleo de 42.5% al 73.1% (en Lima Metropolitana) . Esta fue la gran faena de García por el Perú en su primer gobierno. Puso al Perú y a los peruanos al borde del abismo. A esas hazañas económicas y sociales hay que agregar la violación sistemática de los DDHH (masacre de penales, de Cayara, paramilitares autodenominados Rodrigo Franco, etc.) y la corrupción generalizada (el 22% de los limeños cree que su primer gobierno es el más corrupto, después del de Fujimori). Entonces, si todo lo que afirma López es cierto; agregamos, por qué el sociólogo de la Católica quiere entenderse con García Pérez.
Por supuesto, de acuerdo a este tipo de acostumbrados análisis pedestres, la parte crítica a García Pérez es el contrabando político de Sinesio López para después llamar al diálogo, al consenso, al acuerdo; así de simple, nada menos que a la conciliación para salvar al nefasto régimen actual, a quien en la práctica le recomienda dejar de lado la confrontación para ser buena gente y dialogante, para volver a engatusar a los dirigentes populares y al pueblo en general por intermedio de ellos. Pues si ya lo estafó durante el proceso electoral, qué le cuesta a García Pérez volver a engañar a todos. Y lo recomienda como si la agudización de la lucha política no hubiera llegado a límites extremos o como si la lucha de clases pudiera eliminarse por decreto. Mezclar el agua con el aceite, cuando se agudizan las contradicciones sociales, es la historia de siempre de estos intelectuales mediante llamados angustiosos rodeados de contrabando político, a sabiendas de que nada va a cambiar. Precisamente, por ello resucitan, de cuando en cuando, en medio de la lucha política que pide la cabeza de García Pérez. Julio Cotler por su parte, nos dice: “A mayor crecimiento, mayor conflicto social” elegante forma de contrabandear deslizando un juicio aparentemente cierto; y podría serlo en la concepción caritativa de la economía que, en buena cuenta, él está sosteniendo. No de otra manera se entiende la ambivalente frase, porque sin analizar el contexto de la lucha de clases está afirmando que las enormes protestas populares de los paros nacionales, las marchas y los bloqueos, se vienen dando porque el “crecimiento” significa dinero disponible y si hay dinero hay movilizaciones para sacar del lobo un pelo. Que tal contrabando el suyo, porque le echa la culpa de los disturbios al crecimiento económico y no como debe de ser a la desequilibrada distribución de la riqueza, al acaparamiento de las utilidades, a las desigualdades en el trabajo, a la explotación monda y lironda y a la fenomenal exclusión en el país. Economicismo puro y delirante, con el que quiere desvirtuar la lucha social por el cambio de rumbo económico, por la eliminación del modelo neoliberal, por la soberanía del país y la dignidad nacional, a fin de convertirla en mera lucha por unos centavos más en el bolso o una obra pública con sabor dulce.
Estos intelectuales juzgan muy mal la actitud dictatorial de Alan García, porque la confrontación y la violencia en el verbo y la acción de parte del gobierno, no es de manera alguna un capricho infantil de la soberbia del mandatario, ni un mal entendido principio de autoridad, no nada de ello; la actitud vertical, autocrática, impositiva, nada tiene que ver con su estilo precipitado y lenguaraz, tiene que ver más bien con la necesidad de santificar el modelo neoliberal iniciado quince años atrás por el delincuente prófugo Alberto Fujimori y continuado por Alejandro Toledo. Se trata de hacer pasar la estafa nacional emprendida por Alan García y su “cambio responsable.” Las iniciativas del gobierno obedecen a una agenda premeditada de dominación absoluta del conjunto social, de encasillamiento en la cultura de la pobreza inherente al modelo económico neoliberal que no se quiere modificar y menos cambiar. Ante esta verdad monumental, no caben diálogos de conciliación facilitándole al gobierno traidor el camino de la despiadada explotación de los trabajadores, sino la confrontación final para hacerlo retroceder o destituirlo mediante la huelga general nacional, la insurgencia popular y la resistencia civil pacífica que termine en la renuncia de Alan García, hacia un gobierno provisorio que convoque a la Asamblea Constituyente popular y a futuras elecciones generales.

No hay comentarios.: