CAÍDA DEL CHE, QUE TUVO LUGAR EN LA PLAZA DE LA REVOLUCIÓN QUE LLEVA
EL NOMBRE DEL GUERRILLERO HEROICO EN LA CIUDAD DE SANTA CLARA
Compañero Raúl, Compañeros del Partido y el Gobierno, Familiares del Che y demás combatientes internacionalistas caídos en Bolivia, Combatientes de la Revolución, Villaclareños, compatriotas:
Han pasado ya 40 años desde la caída gloriosa del Che y sus hermanos de lucha en Bolivia, y 10 años desde aquellas jornadas memorables en que todo el pueblo de Cuba, y en particular los hijos de esta heroica ciudad, recibimos y depositamos en este monumento los restos de los guerrilleros caídos.
Nuestra Patria, en 1997, atravesaba todavía circunstancias muy difíciles del Periodo Especial, muchas de las cuales, o sus secuelas, persisten hoy, porque no se pueden eliminar a corto plazo, y Fidel, desde esta misma tribuna, al concluir aquel acto, nos decía que teníamos que recibir al Che y a sus compañeros como a un destacamento de refuerzo, como combatientes que venían a fortalecer nuestra moral, nuestra conciencia, nuestra determinación de vencer cualquier obstáculo, y a sumarse con su ejemplo a la batalla colosal en que estaba enfrascada la Revolución.
Fidel, con su capacidad para ver mejor y más lejos, nos estaba advirtiendo entonces que se abría por delante un esfuerzo largo y difícil, y que las ideas del Che, el legado de sus compañeros, no eran una página de la historia que dejábamos atrás, sino un elemento vivo que debía estar presente en nuestras tareas actuales, en cada paso que damos, en cada posición que adoptamos.
¿Ha cambiado el escenario que el Comandante en Jefe divisaba hace una década?
¿Vivimos acaso hoy unas circunstancias muy diferentes, en las que ya aquellas palabras han perdido actualidad?
Esas son las primeras preguntas que como revolucionarios leales y sinceros debiéramos hacernos en este día tan lleno de historia, tan lleno de recuerdos, que se asocia en nuestra mente a la figura entrañable y extraordinaria del Che y a aquel grupo selecto de veteranos del Ejército Rebelde, que unidos a luchadores bolivianos, peruanos, y a la argentina-alemana Tamara Bunke "Tania la Guerrillera", protagonizaron uno de los capítulos más heroicos de la historia de este continente.
La respuesta es que no, que todo lo previsto por Fidel, todo lo que él nos pedía, no solo se mantiene aún, sino que nuevas circunstancias han surgido para complicar y tornar mucho más difícil y peligroso aún el panorama.
NO ES ESTA LA HORA DE DERROTISMOS, NI DE OPORTUNISMOS NI DE ESPERAR A QUE VENGA ALGUIEN A PERDONARNOS LA VIDA
En 1997 no teníamos en la Casa Blanca a Bush y a su camarilla fascista y rabiosamente anticubana.
No habían ocurrido los acontecimientos del 11 de septiembre y la justificación patriotera que ellos brindaron para que el Gobierno de Estados Unidos declarara la amenaza de guerra sorpresiva y preventiva contra 60 o más oscuros rincones del planeta.
No se había disparado a los niveles actuales la loca escalada de los precios del petróleo, que encarece los precios de alimentos y mercancías de todo tipo, y virtualmente arrasa con las economías de los países más débiles.
No había surgido el nefasto proyecto de los biocombustibles y el impacto que este trae para países que, como el nuestro, tienen una alta dependencia de las importaciones de alimentos.
Teníamos la política hostil de Washington, y esta no ha dejado de recrudecerse un solo instante en estos 10 años.
Teníamos el bloqueo, y este no ha dejado de hacerse más intenso y más cruel cada día en este periodo.
Teníamos la guerra ideológica y psicológica, y el imperio en estos años no ha hecho otra cosa que tratar de refinarla para penetrar y desarmar moralmente nuestra causa.
Teníamos las leyes Torricelli y Helms-Burton, y ellas no solo no han sido levantadas sino fortalecidas con nuevas enmiendas, campañas y medidas.
Teníamos un mundo ya complejo, inestable, ingobernable, pero hoy tenemos además un mundo en guerra, con Iraq y Afganistán como escenarios del intervencionismo más descarado y el genocidio más brutal.
El gobierno de Estados Unidos, en alianza con la mafia batistiana y terrorista, no renuncia a su política obstinada de destruir la Revolución, aplastar la independencia de nuestra nación, implantar un régimen de tipo colonial en Cuba, y para lograr esos objetivos esgrime un abanico de medidas en el que no faltan los planes de contingencia de tipo militar. Altos funcionarios de la administración Bush han declarado públicamente que no tolerarán una transición revolucionaria
en Cuba, aunque no han podido ni podrán crear las premisas que pudieran servirles como pretexto para lanzar semejante aventura.
Nuestra defensa es hoy más fuerte, está más alerta que nunca, y el país no escatima ni escatimará los recursos materiales y humanos que requiera su constante elevación.
Si esas son las circunstancias, no es esta la hora de derrotismos, ni de oportunismos ni de esperar a que venga alguien a perdonarnos la vida.
Si somos los revolucionarios cubanos que somos, los que hemos resistido rodilla en tierra a doce administraciones yankis, los que rechazamos y derrotamos a los ejércitos del Apartheid, nuestro único deber es luchar, trabajar con inteligencia y tesón para vencer las dificultades y seguir adelante.
ESTAMOS EN UNA HORA DE COMBATE, Y ESTA TIENE QUE SER POR TANTO LA HORA DEL CHE, LA HORA DE CAMILO, LA HORA DE TODOS LOS QUE CIMENTARON CON SU SACRIFICIO EL DURO CAMINO DE LA REVOLUCIÓN
Hace 10 años no habíamos sufrido el duro golpe de la enfermedad de Fidel, nuestro guía, el jefe capaz de atender al mismo tiempo un cúmulo enorme de tareas. Él hoy se recupera y desarrolla un papel insustituible de orientación con su experiencia y sus ideas. Pero ante esta situación, como él mismo reclamó en su Proclama, nuestro único deber es unirnos más, trabajar mejor y redoblar junto a Raúl y al Partido todos los esfuerzos que tenemos ante nosotros.
Estamos en una hora de combate, y esta tiene que ser por tanto la hora del Che, la hora de Camilo, la hora de todos los que cimentaron con su sacrificio el duro camino de la Revolución.
En las Reflexiones de Fidel, y en el discurso de Raúl el pasado 26 de Julio, están las claves de lo que podemos y debemos hacer. Todo el país es en estos días un hervidero de ideas. Se debaten muchos temas. Los planteamientos del Comandante en Jefe y lo señalado por Raúl en Camagüey han estimulado un amplio intercambio en el seno del Partido, de los colectivos de trabajadores, de todas nuestras organizaciones políticas, de masas, juveniles y estudiantiles.
Lo que estas discusiones abiertas y francas pueden darnos como saldo principal es una mayor comprensión de los problemas, la búsqueda colectiva de soluciones, que no podrán ser nunca mágicas, que tienen que basarse en el trabajo, en la capacidad del país para generar recursos, y que tampoco pueden ignorar el bloqueo, sus costos y las posibilidades reales que este nos deja.
Lo que esperamos de este debate es que nos ayude a romper con la inercia, el dogmatismo y el estilo burocrático, a desarrollar el enfoque creador, a liberar donde estén trabadas las fuerzas
productivas y a lograr que nos acostumbremos a revisar y actualizar críticamente las fórmulas que aplicamos en la economía y en las distintas esferas de nuestra vida, para que ellas se correspondan con las realidades cambiantes del país y del mundo.
Los problemas se resuelven con ideas, con organización, con conciencia, pero también con recursos. Todo no se podrá hacer de una vez. Todas las necesidades que se planteen no podrán ser resueltas de forma inmediata o simultánea.
LA DISCUSIÓN ES ABIERTA, Y LOS REVOLUCIONARIOS, COMO NOS ENSEÑÓ EL CHE CON SU EJEMPLO, TENEMOS QUE DISCUTIR ABIERTAMENTE
Nuestra agenda es hacer cuanto resulte sensato y posible, eliminar lo que sea absurdo, consolidar cada logro, asegurar cada día más la plena soberanía del país, el socialismo como fundamento de la independencia, y el desarrollo material y moral que sirva de base al bienestar, la justicia y la dignidad a que es acreedor nuestro pueblo, y que jamás podrían siquiera concebirse bajo las reglas del neoliberalismo ni mucho menos bajo la bota yanki.
Hay una agenda revolucionaria, pero seríamos ingenuos si no viéramos que el enemigo trata desesperadamente de introducir su propia agenda en esta discusión y, en general, en todo el tema cubano.
Hay quienes de modo consciente o inconsciente estimulan el desaliento, promueven teorías peregrinas para la solución de complejos problemas económicos y, peor aún, crean la ilusión de que el conflicto histórico entre Cuba y Estados Unidos pueda resolverse por la vía de las concesiones unilaterales o la espera de favores.
Habría que recordarles a algunos que al parecer tienen poca memoria que, a lo largo de doscientos años, y sobre todo a partir de 1959, siempre las acciones que crearon ese conflicto, o lo agudizaron, provinieron de las ambiciones y el afán de dominación de la clase gobernante de Estados Unidos, y nunca de las aspiraciones legítimas de independencia y libertad del pueblo cubano.
No hubo una sola ocasión en que la moral, la verdad y la justicia estuvieran de aquel lado, sino del nuestro, como hoy lo vuelven a estar en el caso de los 5 heroicos compatriotas condenados por combatir el terrorismo dentro de los propios Estados Unidos.
La discusión es abierta, y los revolucionarios, como nos enseñó el Che con su ejemplo, tenemos que discutir abiertamente.
Revolución socialista o caricatura de revolución, dijo el Che en uno de sus trabajos, y señaló de ese modo que en nuestra época, frente al poder del imperio, no hay otra alternativa posible. La Revolución la tenemos que hacer en lucha a muerte contra el imperialismo, desde el primer momento, le expresó a un compañero con el que discutía en los últimos meses de la lucha insurreccional. Luchar contra el imperialismo dondequiera que esté, fue el mensaje a Fidel en su carta de despedida. No darle al imperialismo ni un tantito así, es otra de sus más conocidas advertencias.
Esa claridad política, esa intransigencia, es lo primero que todos debiéramos recordar cada día, aunque lo cortés no quita lo valiente ni renunciemos por eso a la posibilidad del diálogo, si un día aparecen en ese país gobernantes más realistas. Y resumir esa actitud, para ahora y para siempre, en la frase de Fidel: ¡Jamás tendrán a Cuba!
UN PARTIDO DE PENSAMIENTO CREADOR, UNIDAD COMBATIVA Y CAPACIDAD DE ACCIÓN: ¡ESE ES EL PARTIDO DEL CHE!
El Che tiene que estar en nuestro esfuerzo sostenido, incansable, capaz, dirigido a lograr que la empresa socialista, sobre todo aquella que abarca a los grandes medios productivos y de servicios del país, alcance los niveles de eficiencia y gestión que necesitamos.
El Che y su sentido práctico, antidogmático, tienen que ayudarnos a seguir buscando soluciones socialistas, o compatibles con el socialismo, para promover la producción de alimentos, el empleo máximo del fondo de tierras, todas las fórmulas sensatas que se puedan hallar para el acopio, la comercialización, el aseguramiento de los recursos productivos, en las condiciones en que los elevados precios internacionales de importación convierten a la agricultura en un factor clave para el balance de la economía.
El Che tiene que estar en el empeño por devolver a la condición de cuadro la jerarquía moral, la autoridad política y administrativa, la capacidad de decisión técnica y las condiciones humanas que lo conviertan en espina dorsal de la Revolución.
El internacionalismo se expresa hoy de nuevas formas, no por ello menos generosas, valientes y meritorias que las que tuvieron lugar en otras épocas. Esa política no es dar lo que nos sobra, sino compartir lo mucho o lo poco que tengamos con aquellos que lo necesitan más que nosotros. En ella se forjan los valores y los principios que definen el perfil de nuestra sociedad. No renunciamos ni renunciaremos nunca al ideal comunista. No tenemos la menor duda de que nuestro camino al futuro no está en alentar egoísmos, desigualdades injustificadas o mezquindades. Ese es el camino del capitalismo, que no tiene futuro.
Seguir el ejemplo del Che, inspirarnos en su espíritu revolucionario, compenetrarnos a fondo con sus ideas, significa hoy mirar hacia delante. Un Partido de pensamiento creador, unidad combativa y capacidad de acción: ¡ese es el Partido del Che!
Una Juventud que sea arcilla fundamental de nuestra obra, promesa de futuro y realidad presente: ¡esa es la Juventud que quería el Che!
Combatientes que no bajan la guardia ni dejan de prepararse un solo día para la defensa y la seguridad del país: ¡ese es el ejército del Che!
Un pueblo siempre con Fidel; Fidel siempre en el corazón y en la voluntad de lucha de nuestro pueblo: ¡esa fue ayer, es hoy y será para todos los tiempos la Revolución del Che!
¡Gloria eterna al Guerrillero Heroico y a sus compañeros de batalla!
¡Vivan la Revolución y el internacionalismo! ¡Vivan Fidel y Raúl!
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE! ¡PATRIA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!
8 de octubre de 2007
EL NOMBRE DEL GUERRILLERO HEROICO EN LA CIUDAD DE SANTA CLARA
Compañero Raúl, Compañeros del Partido y el Gobierno, Familiares del Che y demás combatientes internacionalistas caídos en Bolivia, Combatientes de la Revolución, Villaclareños, compatriotas:
Han pasado ya 40 años desde la caída gloriosa del Che y sus hermanos de lucha en Bolivia, y 10 años desde aquellas jornadas memorables en que todo el pueblo de Cuba, y en particular los hijos de esta heroica ciudad, recibimos y depositamos en este monumento los restos de los guerrilleros caídos.
Nuestra Patria, en 1997, atravesaba todavía circunstancias muy difíciles del Periodo Especial, muchas de las cuales, o sus secuelas, persisten hoy, porque no se pueden eliminar a corto plazo, y Fidel, desde esta misma tribuna, al concluir aquel acto, nos decía que teníamos que recibir al Che y a sus compañeros como a un destacamento de refuerzo, como combatientes que venían a fortalecer nuestra moral, nuestra conciencia, nuestra determinación de vencer cualquier obstáculo, y a sumarse con su ejemplo a la batalla colosal en que estaba enfrascada la Revolución.
Fidel, con su capacidad para ver mejor y más lejos, nos estaba advirtiendo entonces que se abría por delante un esfuerzo largo y difícil, y que las ideas del Che, el legado de sus compañeros, no eran una página de la historia que dejábamos atrás, sino un elemento vivo que debía estar presente en nuestras tareas actuales, en cada paso que damos, en cada posición que adoptamos.
¿Ha cambiado el escenario que el Comandante en Jefe divisaba hace una década?
¿Vivimos acaso hoy unas circunstancias muy diferentes, en las que ya aquellas palabras han perdido actualidad?
Esas son las primeras preguntas que como revolucionarios leales y sinceros debiéramos hacernos en este día tan lleno de historia, tan lleno de recuerdos, que se asocia en nuestra mente a la figura entrañable y extraordinaria del Che y a aquel grupo selecto de veteranos del Ejército Rebelde, que unidos a luchadores bolivianos, peruanos, y a la argentina-alemana Tamara Bunke "Tania la Guerrillera", protagonizaron uno de los capítulos más heroicos de la historia de este continente.
La respuesta es que no, que todo lo previsto por Fidel, todo lo que él nos pedía, no solo se mantiene aún, sino que nuevas circunstancias han surgido para complicar y tornar mucho más difícil y peligroso aún el panorama.
NO ES ESTA LA HORA DE DERROTISMOS, NI DE OPORTUNISMOS NI DE ESPERAR A QUE VENGA ALGUIEN A PERDONARNOS LA VIDA
En 1997 no teníamos en la Casa Blanca a Bush y a su camarilla fascista y rabiosamente anticubana.
No habían ocurrido los acontecimientos del 11 de septiembre y la justificación patriotera que ellos brindaron para que el Gobierno de Estados Unidos declarara la amenaza de guerra sorpresiva y preventiva contra 60 o más oscuros rincones del planeta.
No se había disparado a los niveles actuales la loca escalada de los precios del petróleo, que encarece los precios de alimentos y mercancías de todo tipo, y virtualmente arrasa con las economías de los países más débiles.
No había surgido el nefasto proyecto de los biocombustibles y el impacto que este trae para países que, como el nuestro, tienen una alta dependencia de las importaciones de alimentos.
Teníamos la política hostil de Washington, y esta no ha dejado de recrudecerse un solo instante en estos 10 años.
Teníamos el bloqueo, y este no ha dejado de hacerse más intenso y más cruel cada día en este periodo.
Teníamos la guerra ideológica y psicológica, y el imperio en estos años no ha hecho otra cosa que tratar de refinarla para penetrar y desarmar moralmente nuestra causa.
Teníamos las leyes Torricelli y Helms-Burton, y ellas no solo no han sido levantadas sino fortalecidas con nuevas enmiendas, campañas y medidas.
Teníamos un mundo ya complejo, inestable, ingobernable, pero hoy tenemos además un mundo en guerra, con Iraq y Afganistán como escenarios del intervencionismo más descarado y el genocidio más brutal.
El gobierno de Estados Unidos, en alianza con la mafia batistiana y terrorista, no renuncia a su política obstinada de destruir la Revolución, aplastar la independencia de nuestra nación, implantar un régimen de tipo colonial en Cuba, y para lograr esos objetivos esgrime un abanico de medidas en el que no faltan los planes de contingencia de tipo militar. Altos funcionarios de la administración Bush han declarado públicamente que no tolerarán una transición revolucionaria
en Cuba, aunque no han podido ni podrán crear las premisas que pudieran servirles como pretexto para lanzar semejante aventura.
Nuestra defensa es hoy más fuerte, está más alerta que nunca, y el país no escatima ni escatimará los recursos materiales y humanos que requiera su constante elevación.
Si esas son las circunstancias, no es esta la hora de derrotismos, ni de oportunismos ni de esperar a que venga alguien a perdonarnos la vida.
Si somos los revolucionarios cubanos que somos, los que hemos resistido rodilla en tierra a doce administraciones yankis, los que rechazamos y derrotamos a los ejércitos del Apartheid, nuestro único deber es luchar, trabajar con inteligencia y tesón para vencer las dificultades y seguir adelante.
ESTAMOS EN UNA HORA DE COMBATE, Y ESTA TIENE QUE SER POR TANTO LA HORA DEL CHE, LA HORA DE CAMILO, LA HORA DE TODOS LOS QUE CIMENTARON CON SU SACRIFICIO EL DURO CAMINO DE LA REVOLUCIÓN
Hace 10 años no habíamos sufrido el duro golpe de la enfermedad de Fidel, nuestro guía, el jefe capaz de atender al mismo tiempo un cúmulo enorme de tareas. Él hoy se recupera y desarrolla un papel insustituible de orientación con su experiencia y sus ideas. Pero ante esta situación, como él mismo reclamó en su Proclama, nuestro único deber es unirnos más, trabajar mejor y redoblar junto a Raúl y al Partido todos los esfuerzos que tenemos ante nosotros.
Estamos en una hora de combate, y esta tiene que ser por tanto la hora del Che, la hora de Camilo, la hora de todos los que cimentaron con su sacrificio el duro camino de la Revolución.
En las Reflexiones de Fidel, y en el discurso de Raúl el pasado 26 de Julio, están las claves de lo que podemos y debemos hacer. Todo el país es en estos días un hervidero de ideas. Se debaten muchos temas. Los planteamientos del Comandante en Jefe y lo señalado por Raúl en Camagüey han estimulado un amplio intercambio en el seno del Partido, de los colectivos de trabajadores, de todas nuestras organizaciones políticas, de masas, juveniles y estudiantiles.
Lo que estas discusiones abiertas y francas pueden darnos como saldo principal es una mayor comprensión de los problemas, la búsqueda colectiva de soluciones, que no podrán ser nunca mágicas, que tienen que basarse en el trabajo, en la capacidad del país para generar recursos, y que tampoco pueden ignorar el bloqueo, sus costos y las posibilidades reales que este nos deja.
Lo que esperamos de este debate es que nos ayude a romper con la inercia, el dogmatismo y el estilo burocrático, a desarrollar el enfoque creador, a liberar donde estén trabadas las fuerzas
productivas y a lograr que nos acostumbremos a revisar y actualizar críticamente las fórmulas que aplicamos en la economía y en las distintas esferas de nuestra vida, para que ellas se correspondan con las realidades cambiantes del país y del mundo.
Los problemas se resuelven con ideas, con organización, con conciencia, pero también con recursos. Todo no se podrá hacer de una vez. Todas las necesidades que se planteen no podrán ser resueltas de forma inmediata o simultánea.
LA DISCUSIÓN ES ABIERTA, Y LOS REVOLUCIONARIOS, COMO NOS ENSEÑÓ EL CHE CON SU EJEMPLO, TENEMOS QUE DISCUTIR ABIERTAMENTE
Nuestra agenda es hacer cuanto resulte sensato y posible, eliminar lo que sea absurdo, consolidar cada logro, asegurar cada día más la plena soberanía del país, el socialismo como fundamento de la independencia, y el desarrollo material y moral que sirva de base al bienestar, la justicia y la dignidad a que es acreedor nuestro pueblo, y que jamás podrían siquiera concebirse bajo las reglas del neoliberalismo ni mucho menos bajo la bota yanki.
Hay una agenda revolucionaria, pero seríamos ingenuos si no viéramos que el enemigo trata desesperadamente de introducir su propia agenda en esta discusión y, en general, en todo el tema cubano.
Hay quienes de modo consciente o inconsciente estimulan el desaliento, promueven teorías peregrinas para la solución de complejos problemas económicos y, peor aún, crean la ilusión de que el conflicto histórico entre Cuba y Estados Unidos pueda resolverse por la vía de las concesiones unilaterales o la espera de favores.
Habría que recordarles a algunos que al parecer tienen poca memoria que, a lo largo de doscientos años, y sobre todo a partir de 1959, siempre las acciones que crearon ese conflicto, o lo agudizaron, provinieron de las ambiciones y el afán de dominación de la clase gobernante de Estados Unidos, y nunca de las aspiraciones legítimas de independencia y libertad del pueblo cubano.
No hubo una sola ocasión en que la moral, la verdad y la justicia estuvieran de aquel lado, sino del nuestro, como hoy lo vuelven a estar en el caso de los 5 heroicos compatriotas condenados por combatir el terrorismo dentro de los propios Estados Unidos.
La discusión es abierta, y los revolucionarios, como nos enseñó el Che con su ejemplo, tenemos que discutir abiertamente.
Revolución socialista o caricatura de revolución, dijo el Che en uno de sus trabajos, y señaló de ese modo que en nuestra época, frente al poder del imperio, no hay otra alternativa posible. La Revolución la tenemos que hacer en lucha a muerte contra el imperialismo, desde el primer momento, le expresó a un compañero con el que discutía en los últimos meses de la lucha insurreccional. Luchar contra el imperialismo dondequiera que esté, fue el mensaje a Fidel en su carta de despedida. No darle al imperialismo ni un tantito así, es otra de sus más conocidas advertencias.
Esa claridad política, esa intransigencia, es lo primero que todos debiéramos recordar cada día, aunque lo cortés no quita lo valiente ni renunciemos por eso a la posibilidad del diálogo, si un día aparecen en ese país gobernantes más realistas. Y resumir esa actitud, para ahora y para siempre, en la frase de Fidel: ¡Jamás tendrán a Cuba!
UN PARTIDO DE PENSAMIENTO CREADOR, UNIDAD COMBATIVA Y CAPACIDAD DE ACCIÓN: ¡ESE ES EL PARTIDO DEL CHE!
El Che tiene que estar en nuestro esfuerzo sostenido, incansable, capaz, dirigido a lograr que la empresa socialista, sobre todo aquella que abarca a los grandes medios productivos y de servicios del país, alcance los niveles de eficiencia y gestión que necesitamos.
El Che y su sentido práctico, antidogmático, tienen que ayudarnos a seguir buscando soluciones socialistas, o compatibles con el socialismo, para promover la producción de alimentos, el empleo máximo del fondo de tierras, todas las fórmulas sensatas que se puedan hallar para el acopio, la comercialización, el aseguramiento de los recursos productivos, en las condiciones en que los elevados precios internacionales de importación convierten a la agricultura en un factor clave para el balance de la economía.
El Che tiene que estar en el empeño por devolver a la condición de cuadro la jerarquía moral, la autoridad política y administrativa, la capacidad de decisión técnica y las condiciones humanas que lo conviertan en espina dorsal de la Revolución.
El internacionalismo se expresa hoy de nuevas formas, no por ello menos generosas, valientes y meritorias que las que tuvieron lugar en otras épocas. Esa política no es dar lo que nos sobra, sino compartir lo mucho o lo poco que tengamos con aquellos que lo necesitan más que nosotros. En ella se forjan los valores y los principios que definen el perfil de nuestra sociedad. No renunciamos ni renunciaremos nunca al ideal comunista. No tenemos la menor duda de que nuestro camino al futuro no está en alentar egoísmos, desigualdades injustificadas o mezquindades. Ese es el camino del capitalismo, que no tiene futuro.
Seguir el ejemplo del Che, inspirarnos en su espíritu revolucionario, compenetrarnos a fondo con sus ideas, significa hoy mirar hacia delante. Un Partido de pensamiento creador, unidad combativa y capacidad de acción: ¡ese es el Partido del Che!
Una Juventud que sea arcilla fundamental de nuestra obra, promesa de futuro y realidad presente: ¡esa es la Juventud que quería el Che!
Combatientes que no bajan la guardia ni dejan de prepararse un solo día para la defensa y la seguridad del país: ¡ese es el ejército del Che!
Un pueblo siempre con Fidel; Fidel siempre en el corazón y en la voluntad de lucha de nuestro pueblo: ¡esa fue ayer, es hoy y será para todos los tiempos la Revolución del Che!
¡Gloria eterna al Guerrillero Heroico y a sus compañeros de batalla!
¡Vivan la Revolución y el internacionalismo! ¡Vivan Fidel y Raúl!
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE! ¡PATRIA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!
8 de octubre de 2007
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