Por Guillermo F. Parodi (Rebelión), 01/02/2007
La debilidad del que se cree omnipotente es que no se cuida. Ese es su talón de Aquiles. Los gobiernos seducidos, hoy me enteré que uno de ellos es el de Uruguay, no reaccionan en primer momento y se contradicen pidiendo medidas para compensar las asimetrías, por ejemplo en el MERCOSUR [1], pero entregan a su país sin condiciones para que Mike Tyson (los EE UU) los devore. El ser humano es realmente muy vulnerable pero su pueblo no es estúpido y reacciona.
Veamos pues el tema del Libre Comercio. Como bien lo planteó hace unos años Hazel Henderson [2], la economía no es una ciencia, es la política disfrazada. A la economía la vistieron de matemática pero siguió siendo lo mismo, política disfrazada. Tuve el privilegio de estudiar Economía Matemática en la Universidad de Louvain (Bélgica), que en es época –hablo de los años ’70–, era uno de los centros más reconocidos en el tema. Mis jóvenes neuronas de esos años me alertaron y descubrí que todo era una gran farsa. Cambiando las hipótesis yo podía demostrar cualquier cosa, incluso proposiciones contradictorias. Como casi nadie entiende, todo pasa, como pasó con las teorías del actual residente en el infierno Don Milton Friedman. Artífice junto con su maestro von Hayek (El Camino de la Servidumbre, 1944; una de las obras más destructivas para la humanidad, que quedó vegetando unos años, pero que fue reflotada en los ’70 por: Pinochet, Thacher y Reagan) del descalabro mundial que provocó el neoliberalismo. Dios-Mercado, Mano Mágica, ¡Disparate mayor!
En realidad la economía es la política disfrazada, no pontifico, solo que no es como la ley de gravedad que se aplica a todos, la economía que se estudia en los países desarrollados (explotadores de los países pobres), estudia lo que es conveniente para esos países. El insensato que lo aplique en otro medio morderá el polvo junto con su pueblo (si no pregúntenle a los mexicanos cómo les fue con el NAFTA).
Busqué mucho y al final encontré una analogía bastante buena: sacar las categorías en el box [3]. Al poco tiempo el mejor peso pesado dominará a todos. La analogía es buena pero no perfecta. En economía el que gana no solo se lleva el premio, también se hace más poderoso, se apropia del mercado de los perdedores.
Debo reconocer que mis descubrimientos no fueron originales, aunque sinceramente nacieron en mi mente quizás en paralelo con otras mentes. Buscando en Internet encontré muchos estudios en el mismo sentido. Nombré ya a Hazel Henderson que fue mi primera compañera, pero también encontré otros que nombro en orden cronológico: “Estudiantes franceses contra la manipulación seudocientífica” [4], Bernard Marais [5], Autistas en economía (en francés) [6].
El libre comercio es una de las trampas para sacar ventajas porque uno es más poderoso. Recordemos que todo nació con Adam Smith (La Riqueza de las Naciones), en un ataque furibundo al mercantilismo en boga, que sin dudar de la probidad moral, era súbdito británico y hoy sabemos que el inconsciente toma las riendas de nuestra mente la mayor parte de nuestro tiempo en vigilia. ¿Como no plantear la ley de la selva si el Reino Unido era el león?
También el gran promotor del Comercio Internacional, David Ricardo era súbdito británico, y en esa época el Reino Unido era como son los EE UU hoy. David Ricardo desarrolló la teoría de las Ventajas Comparativas. Pese a que se sigue enseñando (incluyendo al Krugman del epígrafe) hoy con algunos adornos adicionales, la teoría de David Ricardo es falsa.
Comencemos con Adam Smith y sus seguidores. Todas sus prescripciones se basan en la Competencia Perfecta. Pero sabemos que la realidad en nada se parece a la competencia perfecta. ¡Todo lo contrario! En la práctica nos encontramos con: Monopolios y monopsonios; oligopolios y oligopsonios; todos lejos están de la competencia perfecta en la que ningún agente, sea parte de la demanda o parte de la oferta, puede afectar ni los precios ni las cantidades en equilibrio.
(NOTA de Visiones Alternativas: lamentablemente no podemos reproducir las tablas presentadas por el autor. Sin embargo el artículo en general sigue siendo valioso e interesante)
Para entender la teoría de David Ricardo basta hacer un cuadro con dos filas y dos columnas (en la fig. 1 tenemos dos tablas la (a) y la (b)que usaremos para el análisis de los csos posibles). Coloque números diferentes en las distintas celdas. Consideramos que tenemos dos países A y B, que producen ambos dos productos con igual calidad y diseño. La primera fila muestra los costos del producto 1 y la segunda los del producto 2. A la izquierda de la tabla colocamos la relación entre los costos de B con los de A. A la derecha hacemos lo propio con los costos de A con los de B. Esos valores son las ventajas comparativas. El 4 de la primera fila primera columna del cuadro (a) fig.1, significa que el país A tiene un costo del producto 1, que es 4 veces menor que el del país B.
Los números en cada casillero son los costos CIF de cada unidad ya colocada en el otro país (costos que incluyen flete y seguros). Pueden presentarse dos casos. En la primera tabla, la (a), tenemos que el país A tiene el costo del primer producto menor que el de B y el país B tiene el del segundo producto con menor costo que el de A. En ese caso se dice que las ventajas absolutas (menores costos) coinciden con las comparativas. Al país A le conviene producir el primer producto y a B el segundo. Si se abren las fronteras A arrasará con el primer producto y B con el segundo, es razonable. Notar que para esta conclusión podemos prescindir de las ventajas comparativas, bastan las ventajas absolutas. La Teoría de las Ventajas Comparativas no aporta nada original en el caso de que cada país tenga un producto con ventajas absolutas.
Más de la nota aquí: http://www.alcaabajo.cu/design/read/temas/alca.tpl.html?news_id_obj_id=1002093
Comentario: Màs claro no se puede. Las circunstancias que han sumido economicamente a los países que han realizado tratados comerciales de manera desigual solo ha generado eso: desigualdad. La acumulaciòn de la riquiza ya ni siquiera en el paìs, si no en escritorios de New York. Así los tratados no solo destruyen la vida económica de las naciones, además violan y deshacen la soberania de sus pueblos. Casos bien claros: México.
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