SE QUIEBRA LA SOBERBIA URIBISTA
por Fernando Dorado.
ferdorado@mail.com
Por fin… reacciona nuestro pueblo. Se empieza a quebrar el mito autoritario de Uribe. Se inaugura una nueva etapa en las luchas democráticas del pueblo colombiano. Este nuevo escenario requiere de unas fuerzas democráticas unificadas y con un plan de acción contundente. No es el momento de enfrentar la posible reelección de Uribe o de distraernos con candidaturas presidenciales para el 2010 que NO aparecen como resultado de procesos políticos serios y responsables sino como manifestación de veleidades y apetitos personales de sus protagonistas. Es la oportunidad de la acción política al lado de las mayorías populares que empiezan a salir del embrujo mediático, y han empezado a actuar frente a lo que es su dura realidad.
Un estudiante le puso el cascabel…
SE QUIEBRA LA SOBERBIA URIBISTA
Popayán, 17 de junio de 2008
Por fin… reacciona nuestro pueblo. Se empieza a quebrar el mito autoritario de Uribe. Se inaugura una nueva etapa en las luchas democráticas del pueblo colombiano: El pasado sábado 14 de junio 5.000 corteros de caña del Valle del Cauca concentrados en la plaza principal de Pradera (Valle) se manifestaron valerosamente contra la esclavitud capitalista a que los tienen sometidos los grupos económicos productores de azúcar y etanol, que son los capitalistas predilectos más protegidos del actual régimen mafioso en Colombia.
Los trabajadores derrotaron con su masiva presencia el cerco de miedo y de terror que organizó el gobierno en estrecha alianza con el gremio empresarial Asocaña y gran parte de la clase política vallecaucana, montando un operativo militar sin precedentes en la región. Esta movilización obrera es un hecho histórico, por el lugar donde ocurrió, por lo que representan los manifestantes que participaron, y por la calidad de las orientaciones que se escucharon en las intervenciones de los senadores asistentes (principalmente del Polo) y de los dirigentes de los trabajadores y organizaciones solidarias (con el movimiento indígena y campesino del Cauca a la cabeza).
A ello se suma el paro de los camioneros, que así haya sido rápidamente negociado, es una expresión indiscutible de la crisis de los precios de los combustibles, de la inconformidad con la política de concesiones de los peajes que se hace en beneficio de los grupos monopólicos afectos al gobierno que obtienen pingües ganancias a costa de los transportadores y de todos los colombianos, y una manifestación más de los graves problemas que viene acumulando el gobierno en el terreno de la política energética (incluyendo los subsidios a la producción de agrocombustibles).
Este nuevo ambiente de desafío abierto a la soberbia uribista se hizo visible con la acción de los estudiantes en Cartagena hace 15 días. Seis semanas atrás, ya teníamos un precedente que pasó casi desapercibido para la opinión pública por la labor cómplice de los medios. Los campesinos cultivadores de coca en Tarazá (Antioquia) enfrentaron exitosamente la política de fumigaciones impuesta por el imperio y obligaron al gobierno a negociar - en voz baja - importantes reivindicaciones para los labriegos del nororiente paisa.
La táctica retórica presidencial de acusar de guerrillero o cómplice de la insurgencia a cualquier persona que lo contradiga, ya no surte efecto. Un altivo y tranquilo estudiante ridiculizó la intemperancia de Álvaro Uribe frente a la elite educativa de Latinoamérica. Por más que los medios y la rectora de la Universidad de la Guajira quisieron desfigurar y deslegitimar la acción estudiantil no pudieron lograr su objetivo frente a la contundente realidad. Es un hecho, Uribe, así digan otra cosa las manipuladas encuestas, ya agotó la fórmula, ya no le da resultado su agresividad verbal, la vida se impone frente al manejo mediático.
En medio de los hechos referidos el país ha presenciado una lamentable tragicomedia: la guerra de comunicados mentirosos de Uribe que emula y compite con su antigua aliada la ex-parlamentaria Yidis Medina; el hundimiento descarado de su propia reforma política para proteger sus mayorías delincuenciales en el Congreso; los refritos de las computadoras de Reyes intentando crear artificialmente la “farcpolítica” para afectar a la oposición; y la avalancha de cifras económicas negativas que prenden las alarmas de los dueños de la banca y los grandes industriales, haciendo evidente la inevitable desinflada del globo económico que montaron a punta de especulación y entrega de nuestras riquezas al imperio (inversión extranjera).
Este nuevo escenario requiere de unas fuerzas democráticas unificadas y con un plan de acción contundente. No es el momento de enfrentar la posible reelección de Uribe o de distraernos con candidaturas presidenciales para el 2010 que NO aparecen como resultado de procesos políticos serios y responsables sino como manifestación de veleidades y apetitos personales de sus protagonistas.
Es la oportunidad de la acción política al lado de las mayorías populares que empiezan a salir del embrujo mediático, y han empezado a actuar frente a lo que es su dura realidad: pobreza, hambre, desempleo, privatización y carestía de los servicios públicos, enriquecimiento de unos pocos a costa del empobrecimiento de la mayor parte de la población, corrupción y politiquería en las instancias gubernamentales a todo nivel.
Se requiere entonces, gran capacidad política, mucha seriedad y serenidad para conseguir que esta oleada de luchas y protestas que se avizoran en el inmediato futuro no terminen en simples explosiones espontáneas y sin rumbo. El “magma societal” de que habla un estimado dirigente del PDA (1) va a aflorar inevitablemente pero se requiere la estrategia política y el diseño de formas organizativas adecuadas para canalizar esa explosión popular hacia la derrota política (pacífica) del régimen mafioso en ciernes.
Es urgente romper con toda clase de esquemas que son verdaderas taras mentales que nos impiden fundirnos con las necesidades populares. Ni el partido político parlamentarista anclado sólo en la táctica electoral, ni el sindicato convencional orientado con mentalidad legalista, son útiles para el momento. Se necesitan organizaciones masivas para enfrentar la represión y la política de terror. El entrelazamiento entre los capitales transnacionales, los monopolios nacionales y el Estado corporativo nos exigen la creación (¡invención!) de asociaciones obreras y sociales de nuevo tipo, que se coloquen reivindicaciones globalizantes entre las cuales una de las principales es la exigencia al Estado del respeto de los derechos humanos, en este caso, en el campo de la organización laboral y de las condiciones de trabajo.
En esa plaza de Pradera nació el germen de la nueva formación proletaria. En la mente de todos los protestantes aparecía la palabra ORGANIZACIÓN. Allí estaban, revueltos y re-fundidos, los jornaleros afiliados a sindicatos de corteros de caña de varios municipios y diferentes empresas, los socios de diversas Cooperativas de Trabajo Asociado CTA, los viejos obreros experimentados de los ingenios, las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinos mestizos movilizados. Cuando hablaban sus dirigentes, indistintamente del sector al que pertenecieran, a todos les brillaban los ojos y asentían sus palabras con vigor y entusiasmo.
Allí, en ese sentimiento, en esa pasión, en esas mentes, y en esa decisión de lucha, está concentrada - y en potencia - la determinación del pueblo colombiano de derrotar el régimen dictatorial que encabeza Uribe, y de emular a los pueblos de la Patria Grande en la tarea de conseguir nuestra verdadera independencia. ¡Manos a la obra!, desencadenar y organizar esa fuerza es nuestra tarea más urgente.
(1) Luis Sandoval, El Espectador, domingo 15 de junio de 2008.
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